Hoy jueves, 5 de abril, estrena en cines locales la nueva producción puertorriqueña El Chata. La misma es el primer largometraje del director Gustavo Ramos Perales, quien también fungió como guionista junto a Xenia Rivery. Filmada en Cupey, Cataño y Caguas, el drama cuenta la historia de Samuel, un ex boxeador que intenta recuperar a su esposa y conocer a su hijo, luego de haber estado ocho años en la cárcel. ¿Podrá Samuel comenzar una nueva vida alejada del deporte y no dejar que el barrio lo descarrile?
Lo bueno…
El aspecto más sobresaliente de El Chata lo es su producción entera. La misma respira un aire de alta calidad de esquina a esquina. Desde los locales (algunos devastados por el huracán María) hasta la excelente cinematografía de Willie Berríos, la producción entera está en punto. Aquí el director hace tremendo trabajo estableciendo el tono del filme desde el saque. Ramos usa la excelente producción en todo momento para situarnos dentro de este mundo pobre, caluroso y clandestino. En sí, dicho mundo es uno de los personajes protagónicos de la cinta.
Otro acierto del filme son los temas explorados por Ramos y compañía. Temas como la superación, tropezar y volver a levantarte, la lealtad y la mala suerte, son tocados de manera eficiente dentro de una historia honesta sobre una persona que debe ganarse la vida con sus propios puños, de manera violenta. Pero más sobresaliente es el tema de la migración. Ramos hace hincapié en el sueño de la familia central, de poder escapar su estatus por algo mejor. El director constantemente nos recuerda que la meta es esa, y parte de la dinámica es ver como los personajes logran esto, si es que lo logran. Este es un tema muy relevante, especialmente con el estatus económico actual de Puerto Rico y el paso del huracán María.
En el departamento de las actuaciones, el reparto completo hace un trabajo servicial. Pero del mismo, sobresale la actuación de Carlos Miranda, quien interpreta a Joe, antiguo entrenador de Samuel. Aquí Miranda exhibe excelente comando en cada escena en la que participa, al igual que el carisma necesario para que su personaje refleje veteranía y sabiduría dentro de la historia.
Por último, cabe mencionar el talento de Ramos, quien impresiona bastante en lo que es su opera prima. Además de montar una tremenda producción local y saber usarla, Ramos expone un buen ojo en su dirección, mostrando destreza en su composición de escenas y estableciendo ciertos tiros.
Lo malo…
El contrincante más grande del El Chata es su tiempo de duración. La cinta apenas dura 75 minutos, mucho menos que incluso otros documentales del patio que han estrenado durante lo últimos meses. Esto causa que la historia, por más simple que sea, se sienta apresurada. Esto afecta el tiempo dedicado a cada personaje, desde el mismo protagonista hasta los personajes secundarios.
Otro fallo del filme es su trabajo de edición. El mismo pudo haber sido mejor. Por ejemplo, las mismas peleas dentro del cuadrilátero, no se pueden apreciar realmente. Y para un filme que se llama El Chata, todo lo relacionado al boxeo es importante.
Y, por último, El Chata explora temas muy interesantes y demasiados realísticos. Este aspecto, junto a su ritmo lento, resultará en una experiencia no muy atractiva para parte de la audiencia. La cinta es muy relevante, pero también muy sombría y demasiada fría. Los personajes envueltos no son tan accesibles, creando una desconexión palpable.
En fin…
El Chata es una producción local de alta calidad, que pone en exhibición la visión y destreza del talentoso cineasta puertorriqueño, Gustavo Ramos. La misma incluye buenas actuaciones y una fotografía destacable. Aunque tiene varios fallos en la historia y una corta duración, lo positivo supera lo negativo para entregarnos un drama decente de sangre puertorriqueña.
El Chata estrena este próximo jueves, 5 de abril, en cinco salas locales: Plazas Las Americas, Montehiedra, Plaza del Sol, Guaynabo y Escorial.
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