Una de las franquicias de videojuegos más exitosas de todos los tiempos, Gran Turismo, debuta jueves en la pantalla grande de manera live-action. El drama biográfico deportivo, basado en el popular simulador de carreras que debutó hace 26 años en Playstation, cuenta la historia real de Jann Mardenborough, jugador adolescente del videojuego que pudo convertirse en piloto de carreras profesionales. La cinta es dirigida por Neill Blomkamp (District 9) y protagonizada por David Harbour, Orlando Bloom, Djimon Hounson y Archie Madekwe.

Para mi sorpresa, Gran Turismo resulta en una entretenida vuelta por la pista cinematográfica. Lleno de adrenalina, buenas actuaciones y una historia de underdog inspiradora, el biopic deportivo hace su trabajo bien, regalándonos un divertido tiempo en el cine. La efectiva ejecución de su premisa, de tomar un jugador de un simulador y convertirlo en piloto profesional, aguanta los cantazos de las tropas usuales que son parte del sub-género del underdog deportivo.

Entre los grandes aciertos del filme se encuentra la dirección del cineasta sudafricano Blomkamp. El director brilla grandemente a la hora de presentar en pantalla la magia de las intensas carreras, la tensión que se vive en la pista y el peligro siempre envuelto con el deporte. Con una mega producción a su disposición, que incluye excelente trabajo de efectos visuales y sonido, Blomkamp efectivamente transmite la emoción y temor de las carreras profesionales dentro y fuera del vehículo. Desde el uso de drones para capturar ángulos aéreos de los carros y los espectadores, hasta tiros de cámara apretados de bumper a bumper, el director efectivamente presenta no tan solo la experiencia de estar detrás del volante como piloto profesional sobre la aterradora pista, sino que también como un jugador del videojuego desde la comodidad de tu hogar. Gran Turismo es la mejor oferta de Blomkamp desde su impresionante debut District 9 de 2009.

Otro aspecto sobresaliente de la película es el departamento de las actuaciones. El actor David Harbour (Stranger Things), quien interpreta a Jack Salter, entrenador encargado de convertir al gamer en piloto profesional, luce genial aquí. Su actuación es tan buena que básicamente carga la película en sus hombros y logra vender la historia desde que entra en escena. Orlando Bloom (Lord of the Rings) también brilla como Danny Moore, un ejecutivo de mercadeo de Nissan, a quien se le ocurre la idea de lograr una división para encontrar y desarrollar gamers a corredores profesionales. Por último, el joven actor britanico, Archie Madekwe (Midsommar) hace buen trabajo como el gamer Mardenborough. Su actuación vacila entre lo confiado, lo aterrado y lo tímido. Su química e interacción con Harbour sin duda ayuda la cinta en todo momento.

Ahora, en donde a la película se le vacían las gomas un poco es en las libertades que toma con la línea del tiempo de los sucesos que ocurrieron de verdad en la vida del joven Mardenborough. El ejemplo más claro es en la presentación de un accidente catastrófico que el piloto sobrevive, que es presentado en la película como ocurrido mucho más temprano en su trayectoria, cuando en realidad ocurrió más tarde en su vida. En adición, el libreto descaradamente da de codo a la familia del joven a lo largo del proceso de unirse a la Academia GT de Nissan y luego ya como parte del circuito profesional brincando de país en país. Luego de haber establecido la importancia de sus padres y hermano en la vida del gamer a principios del filme, el aspecto de la familia es tratado de manera disparatada hasta llegar al tercer acto.