La nueva comedia dramática, A Man Called Otto, está basada en la novela original A Man Called Ove de 2012, y también sirve como remake a la película sueca del mismo nombre de 2015. Liderada por el veterano actor y ganador de dos premios Oscar, Tom Hanks, la cinta presenta a un gruñón llamado Otto, que ha renunciado a la vida tras la pérdida de su esposa, y que ve su vida cambiar gracias a una nueva amistad que nace con la llegada de una familia joven al vecindario. La película es dirigida por Marc Forster (World War Z) y también protagonizada por Mariana Treviño, Rachel Keller y Manuel García-Rulfo.
En su totalidad, A Man Called Otto resulta en un entretenido recordatorio del talento y encanto del veterano intérprete Tom Hanks, que a lo largo de su impresionante carrera nos ha regalado clásicos como Forrest Gump, Saving Private Ryan, Cast Away, Captain Phillips y Big. Su actuación como el antipático Otto Anderson, es tán sencilla, pero tan efectiva, que sin duda eleva un libreto simple y su empalagosa historia. Su trabajo aquí evoca recuerdos de otros personajes gruñones interpretados por otros actores como Jack Nicholson, Bill Murray y Clint Eastwood. Y, aunque su trabajo aquí probablemente no le traerá su tercer Oscar, Hanks luce más que bien en la cinta, convirtiéndose en uno de los grandes aciertos.
De la mano con Hanks, cabe mencionar también el excelente desempeño de Mariana Treviño. La actriz mexicana se roba la película como Marisol, una joven madre casada llena de optimismo y cariño, que desde que aparece en pantalla se la pasa retando a Otto, suavizando poco a poco con paciencia y amor al personaje principal. Treviño luce muy bien frente a Hanks, creando una excelente química que eleva el material en mano, y que mantiene al espectador interesado y emocionalmente involucrado. Más está decir que sin estas dos interpretaciones, la cinta no funcionaba a fin de cuentas.
Por último, A Man Called Otto sin duda peca de ser bastante predecible, azucarada y hasta algo manipuladora en momentos. Su libreto, a cargo de David Magee, explora temas como la depresión, familia, muerte, soledad, el duelo y el poder de la comunidad. Incluso, mucho del filme se apoya del choque entre lo optimista y lo pesimista. El problema, es que su ejecución y presentación es demasiada azucarada y forzada en instantes. Incluso, la lucha es tan marcada, que por ejemplo, en un momento la cinta te presenta un evento bastante oscuro para el protagonista, que luego brinca bruscamente al humor. Y, aunque esto no le resta al resultado final, si cabe mencionar su marcada receta “feel good” en plena acción.