I feel the need, the need for speed! Luego de más de tres décadas desde el estreno original del clásico de acción Top Gun, hoy aterriza en cines la tan esperada secuela, Top Gun: Maverick. Dirigida por Joseph Kosinski (Oblivion) y protagonizada por Tom Cruise (Jerry Maguire, Mission: Impossible), la película toma lugar 36 años después de los eventos de la primera película y sigue al legendario piloto Pete “Maverick” Mitchell como capitán y nuevo instructor de vuelo de la academia de pilotos de combate en California. La cinta también cuenta con las actuaciones de Miles Teller, Jennifer Connelly, Jon Hamm, Ed Harris y Val Kilmer.

Originalmente pautada para estreno en julio de 2019, la anticipada secuela fue pospuesta, primero para darle más tiempo al proceso de postproducción y luego debido a la pandemia de covid-19. Ahora, que por fin la audiencia podrá disfrutar de ella, ¿habrá valido la pena tan larga espera? La contestación es simple: un enfático sí. ¡Top Gun: Maverick está fenomenal! La película resulta en una de las mejores ofertas del año, y sirve de ejemplo perfecto de lo que un blockbuster veraniego satisfactorio debe ser. Incluso, la secuela supera la cinta original en todos los departamentos.

Entre los grandes aciertos del filme se encuentra la intensa y estimulante acción presentada en la pantalla grande. Desde ejercicios de entrenamiento hasta una peligrosa misión, todo lo relacionado a la acción aérea es emocionante y sumamente memorable. Ver a Cruise mismo pilotar varias naves y lograr múltiples maniobras aéreas, es impresionante y sin duda le suma puntos a su ya enorme leyenda. Filmada con cámaras IMAX colocadas dentro de las cabinas y montadas en todo el exterior de las aeronaves, el pietaje efectivamente logra situar al espectador en medio de la violenta acción, causando una mezcla de sentimientos que rebotan entre la tensión, la adrenalina y el sentir respeto por todos los pilotos verdaderos alrededor del mundo.

La historia de Top Gun: Maverick también resulta ser uno de sus grandes fuertes. Además de darnos un arco emocional orgánico para Maverick, que se apoya de sus experiencias desde la cinta original, la secuela también nos ofrece un conflicto inevitable con Rooster (Miles Teller), hijo de su ex compañero fallecido, Goose. En adición a todo esto, el guión también nos presenta un interés amoroso para Maverick y la subtrama dedicada a la misión suicida para la cual los pilotos deben entrenar bajo la tutela de Maverick. El director Kasinski logra excelente trabajo con todo los aspectos del filme que te entretienen y vuelan la cabeza, pero también con la manera que utiliza la nostalgia efectivamente para propulsar esta nueva trama moderna, y sin duda, agarrar emocionalmente al espectador también.

En fin, Cruise nuevamente lo logra. No tan solo nos entrega una secuela que supera la original, sino que también nos entrega un filme que nos hace recordar el gran poder que tiene el cine bien hecho – uno que no solo nos entretiene, sino que nos conmueve y nos marca al salir de la sala del cine. Mi sugerencia: de poder, busca la pantalla más grande posible y vete a verla.