La decimocuarta película del director Transfor Ortiz, El Karaoke, llega hoy a cines en pleno comienzo del verano. Su oferta más reciente, una de horror y suspenso, sigue a un hombre que es secuestrado por un misterioso personaje que le obliga a participar de un juego de karaoke, donde debe adivinar correctamente el cantante de las décadas de 1970 y 1980 que interpreta, o sufrir las consecuencias. Filmada en Puerto Rico durante la pandemia de covid-19, la cinta es protagonizada por Angel Figueroa, Mariana Quiles, Edwin Emil y Jorge Antares.

A diferencia de sus usuales comedias comerciales, El Karaoke, es el proyecto más diferente y arriesgado que el director puertorriqueño intenta hasta el momento. A menor escala, más personal y definitivamente de mucho menos presupuesto que sus otros filmes, este nuevo proyecto logra su cometido de contar una historia que entretiene y mantiene al espectador en suspenso y duda hasta el final. En adición a esto, el filme le da la oportunidad al cineasta de poner a prueba sus destrezas como director dentro de otro género. Más está decir, que la decisión de intentar hacer otro tipo de cine, fue acertada y con resultados positivos.

Entre los aciertos sobresale el elemento del horror dentro de la historia que se presenta. Los efectos prácticos, que van de la mano con las barbaridades impuestas sobres la víctima, son efectivos a la hora de causar tensión y angustia sobre la audiencia. La localidad del secuestrador sin duda fortalece el sentimiento de claustrofobia, mientras que diferentes tiros de cámara ayudan a elevar el pánico de la situación. La película está en su mejor momento cuando pasamos tiempo con el villano y su víctima.

Otro acierto es la historia en sí, una simple pero efectiva. Todo lo relacionado al misterio del secuestrador, su trasfondo, su motivación y su método de crimen, genuinamente mantienen al espectador constantemente tratando de descifrar las diferentes interrogantes presentadas a lo largo del camino. Esta parte del guión, de la mano con la dirección de Ortiz, evoca trazos de clásicos del cine como Psycho, Misery, Saw y hasta un chin del estilo de M. Night Shyamalan.

Por último, el soundtrack nostálgico y el humor oscuro definitivamente ayudan a crear una experiencia inesperada. Una que en momentos causa tensión, en otros te invita a cantar y en otros causa risa. Sin duda, una combinación refrescante y bienvenida dentro del cine puertorriqueño. ¿Podría convertirse en un cult classic boricua? Solo el tiempo dirá.

En fin, El Karaoke no está exenta de múltiples fallos, pero en su totalidad los aciertos son más. La película más diferente, más pequeña y más personal del director boricua, resulta en su mejor oferta hasta el momento.