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Joy, la tercera colaboración consecutiva entre el cineasta David O. Russell y la fenomenal actriz Jennifer Lawrence, estrena hoy en cines. Ambos trabajaron juntos en Silver Linings Playbook (2012) y American Hustle (2013). En esta ocasión, Joy es una comedia dramática y biográfica que cuenta la historia de Joy Mangano, madre soltera con tres hijos, que inventó el “Miracle Mop” en los años 90s. La misma se convirtió en una popular inventora de productos del hogar y en unos de los rostros más conocidos de la televisión americana.

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Lo bueno…

El punto más brillante de Joy, definitivamente lo es la talentosa actriz Jennifer Lawrence. Aquí Lawrence hace todo lo posible por vender la historia y el filme – desde los momentos más vulnerables de Joy, hasta los momentos de total rebeldía y exceso de seguridad. Nuevamente Lawrence, mejor conocida por sus cintas de The Hunger Games, aquí demuestra por qué es una de las mejores actrices trabajando hoy día. No me sorprendería verla nominada para un Oscar próximamente.

Las secuencias relacionadas con Joy presentándose en QVC e interactuando con Bradley Cooper, son de las más entretenidas de toda la película. Aquí el ritmo acelerado usual del director David O. Russell va perfecto con la presentación entre bastidores del programa de televisión. Ver a Joy entrar a este mundo superficial y lleno de ventas, sin duda es lo más llamativo del filme.

Lo malo…

Lamentablemente, Lawrence por más que hace, no logra salvar el largometraje. La dirección de O. Russell termina siendo una confusa, insegura e irritable. Lo que funcionó hasta cierto punto en Silver Linings PlaybookAmerican Hustle, aquí definitivamente no le trabaja. El guión, escrito por él mismo, no logra efectivamente desarrollar y presentarnos el viaje completo de Joy de punto A a punto B. Pasamos demasiado tiempo conociendo todos los obstáculos en su camino, pero poco tiempo verdaderamente viendo ese movimiento y evolución que termina en el lado positivo – en el éxito. La cinta va continuamente creciendo con miras de llegar a un gran momento que nunca llega, dejándonos bastantes decepcionados. El ritmo y tono son inconsistentes a lo largo del filme.

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En fin…

Joy vale la pena simplemente por el tremendo desempeño de Jennifer Lawrence en el papel protagónico. Gracias a su genial actuación, los procedimientos evitan caer en el vacío de lo monótono y lo aburrido. La tercera colaboración entre la actriz y el director David O. Russell lamentablemente resulta en una experiencia muy lejos del estándar creado previamente por ellos mismos. Joy simplemente está oka.

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