Después de una larga espera, este viernes aterriza en cines y HBO Max, Dune, una de las películas más esperadas del año. La cinta está basada en posiblemente el material de ciencia ficción más influencial de todos los tiempos, el libro homónimo de Frank Herbert de 1965, que sin duda inspiró películas como Star Wars, Lord of the Rings, Contact, Blade Runner y Alien. Dirigida por Denis Villeneuve (Arrival, Blade Runner 2049), la cinta funciona como la primera parte de la historia, que se sitúa en el futuro y ve a un joven Paul Atreides y su familia, la Casa Atreides, envueltos en una guerra por el peligroso planeta desértico Arrakis, entre los nativos Fremen y la familia rival, la Casa Harkonnen. Su elenco de ensueño incluye a Timothée Chalamet, Rebecca Ferguson, Oscar Isaac, Jason Momoa, Josh Brolin, Javier Bardem y Zendaya.

Dune, fácilmente, es ejemplo de una producción cinematográfica del más alto calibre. Desde la hermosa fotografía de Greig Fraser (Rogue One, The Batman) apoyada en amarillos, grises y rojos, hasta el increible diseño de sonido, la producción se acerca bastante a la perfección de todo lo posible dentro del género de la ciencia ficción. Los efectos visuales, liderados por Paul Lambert (Blade Runner 2049), son realmente impresionantes, mientras que la sublime banda sonora del gran maestro Hans Zimmer (Man of Steel, Interstellar), se coloca entre las mejores de su impresionante carrera. En fin, Dune resulta en una experiencia audiovisual más que memorable.

En cuestión de la historia, la adaptación fílmica de Villeneuve, para mi sorpresa, es mucho más fiel al material original literario de lo que esperaba. El director se toma su tiempo en establecer un canvas espacial bastante detallado. Esto incluye introducirnos a las diferentes casas rivales (familias), la compleja situación política y múltiples planetas exóticos. Por la mayor parte, Villeneuve y los guionistas Jon Spaihts y Eric Roth, logran presentar efectivamente todas las piezas en la mesa, para entonces comenzar a jugar con ellas dentro de una historia “coming-of-age” del joven Paul Atreides. Una que cruza galaxias y desiertos mientras explora temas como la familia, lealtad, profecías, traición, avaricia, poder y hasta la sobreexplotación de planetas y culturas.

Ahora, sí hay algo que juega en contra de la cinta, es que al ser la primera parte, por defecto, la historia se siente incompleta. Y, en este caso particular, se siente aún más marcado debido a que esta primera sección no se apoya de tener tres actos tradicionales en su estructura interior. Y, esto, por supuesto deja mucho en el aire y con un sabor incompleto. La única manera de poder conseguir una resolución satisfactoria a esta enorme historia en pausa, es poder tener una segunda parte. Y esperemos que así sea.

En fin, después de tantos años esperando una adaptación realmente digna del icónico libro, puedo decir que ya existe gracias a Villeneuve y compañía. Dune es todo lo que quería ver. Un espectáculo de proporciones épicas. Una ópera espacial a gran escala que te baña en una experiencia audiovisual proveniente de otro mundo. Ojalá podamos ver cómo termina todo. Prende conmigo una vela desde ahora. #MakeDune2