Por fin llegó al cine la nueva oferta cinematográfica del maestro cineasta Martin Scorsese, el drama titulado Silence. Este nuevo largometraje ha sido un proyecto de pasión para el director desde que leyó la novela original japonesa del 1966 por Shūsaku Endō, y ha estado desarrollándola desde el 1990. Luego de más de dos décadas, Scorsese nos presenta la historia de dos sacerdotes jesuitas portugueses que viajan a Japón durante el siglo XVII para localizar a su mentor, que se rumora ha cometido apostasía, y para también propagar el catolicismo.

Lo bueno…

La nueva cinta del veterano director Martin Scorsese (Raging Bull, Goodfellas) es un ejemplo de cómo dar cátedra haciendo cine intelectual. La misma incluye trabajo de primera calidad en todos los departamentos. Desde la hermosa fotografía de Rodrigo Prieto (nominada a Oscar), hasta la hipnótica música de Kim Allen y Kathryn Kluge, el largometraje luce increíble de principio a fin en la pantalla grande. Con Silence, Scorsese nuevamenta explora la religión, el aspecto de la fe, y los sujetos a la merced de la misma. ¿Hasta donde llegan tus creencias? ¿Hasta donde llega tu lealtad? El filme es una constante conversación acerca de estos temas universales, y Scorsese le exprime el jugo a esto de manera cerebral y poéticamente.

Otro aspecto excelente del filme lo son las actuaciones. A lo largo de la mesa, el trabajo es impecable. Andrew Garfield (The Social Network, The Amazing Spider-Man) lidera el elenco, con una increíble interpretación del padre Sebastião Rodrigues. Ver al personaje de Garfield tolerar interrogantes abstractas y físicas, es impresionante. Pienso que su trabajo aquí fue mejor que el de Hacksaw Ridge, filme por el que recibió una nominación al Oscar esta pasada edición. Los actores Adam Driver y Liam Neeson, aunque en papeles pequeños, son muy buenos tambien. Cabe mencionar el trabajo de los actores japoneses Tadanobu Asano y Issey Ogata, quienes se roban el filme con sus respectivos papeles secundarios. Asano hace del interprete encargado de ablandar poco a poco al personaje de Garfield, mientras que Ogata interpreta al temible Inquisidor, encargado de lograr que los sacerdotes capturados finalmente cometan apostasía.

Lo malo…

El enemigo numero uno de Silence lo es su larga duración y su ritmo de tortuga. No hay duda que su duración de dos horas y 40 minutos pondrá a prueba la fe del espectador, esperando que Scorsese los lleve de la mano a un final satisfactorio. La contestación por lo general es que sí, pero la cinta definitivamente pierde su camino de vez en cuando. En varias ocasiones el filme cae en trances de repetición entre acciones y conversaciones de los personajes, fallando mover los procedimientos hacia adelante. Luego de varias ocasiones, esto se convierte en frustración, hasta que Scorsese nuevamente te golpea por la cabeza y te pone en marcha otra vez.

Pienso que el primer acto pudo haber sido un poco más “tight” y perder bastante en el cuarto de edición. La película toma vida inmensamente tan pronto los dos sacerdotes llegan a la aldea en Japón y automáticamente andan en peligro constante.

En fin…

Silence cuenta con excelentes actuaciones, hermosa fotografía y temas que merecen atención, meditación y discusión. Elegante, pero letal, lo último de Scorsese funciona mejor cuando pone a prueba a su protagonista – físicamente y emocionalmente. ¿Hasta donde llega tu fe y hasta donde te llevará? Aunque definitivamente larga y repetitiva en algunas curvas, Silence resulta en uno de los trabajo más personales y más interesantes del maestro Scorsese.

Silence estrena hoy en cines Fine Arts.